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¿QUÉ ES FLUXUS?

La imagen más popular de Fluxus es la destrucción de un piano. Este gesto iconoclasta, ya convertido en anónimo, ha sido parodiado en viñetas, tiras cómicas y gags televisivos ejemplificando la excentricidad del arte contemporáneo, en donde “todo vale”. Por primera vez fue ejecutado en un museo por G. Maciunas, D. Higgins, W. Vostell, B. Patterson y E. Williams bajo la partitura de Philip Corner Piano Piece en 1962, en el marco del Primer Festival Fluxus. Gracias a los “flux-filmes” editados por Maciunas podemos verlos, perfectamente trajeados, alrededor del piano de cola, interpretando con simulada precisión aquella pieza que, entre otras manipulaciones, incluía la utilización de una sierra y el aplastamiento de la caja con un tiesto, hasta su descoyunto total. Pero también, la reacción del público: rostros de jóvenes y no tan jóvenes educados con espontáneas carcajadas mientras otros quedan serios, o indiferentes. El concierto terminaba con la venta de los trozos del piano entre los asistentes.

George Maciunas, Dick Higgins, Wolf Vostell, Benjamin Patterson & Emmett Williams performing Philip Corner’s Piano Activities at Fluxus Internationale Festspiele Neuester Musik, Weisbaden 1962. Photograph by Hartmut Rekort

George Maciunas, Dick Higgins, Wolf Vostell, Benjamin Patterson & Emmett Williams performing Philip Corner’s Piano Activities at Fluxus Internationale Festspiele Neuester Musik, Weisbaden 1962. Photograph by Hartmut Rekort

Fluxus Street Events, March – May 1964. Photograph by George Maciunas

Fluxus Street Events, March – May 1964. Photograph by George Maciunas

ARTISTAS FLUXUS

Con el tiempo, el juicio respecto a Fluxus entre el público entendido y los profesionales del arte sigue dividido: mientras unos lo consideran una broma pesada y el origen de todas las deficiencias en una incomprensible pero persistente tradición de fracasos, otros lo reverencian como “el movimiento artístico más radical y experimental de los sesenta”, es decir, el punto de partida del arte contemporáneo strictu sensu. ¿Pero no son ambas posiciones demasiados serias? ¿Dónde quedó la expectación, la sorpresa y esa saludable risa, fruto de la liberación de convenciones?.

La celebración del aquel Festival en Wiesbaden supuso el primer ingreso de Fluxus en el museo, circunstancia -todavía, cada vez- irónica y entonces inconcebible sin el apoyo previo de algunas galerías en donde se promocionaba esta agrupación “intermediae” de creadores -músicos, poetas y artistas- como un movimiento “neodadá”.